“Dios es amor”, recuerda el padre José Manuel Suazo, citando a San Juan


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  • El amor de Dios nos impulsa a salir de nosotros mismos, se expresa en la entrega a los demás, indica el párroco de San Miguel Arcángel en Perote.

En su reflexión con motivo del VI domingo de Pascua, el padre José Manuel Suazo Reyes, párroco de San Miguel Arcángel en Perote, se refiere al amor de Dios, citando al evangelista San Juan que señala que “Dios es amor”.

Desde las tierras que tanto admirara el viajero alemán Alexander von Humboldt y en donde nació la torta de esquite, el clérigo católico indica: “El amor de Dios nos impulsa a salir de nosotros mismos, se expresa en la entrega a los demás, por ello Jesús dice que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, así como lo ha manifestado Dios al darnos a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación”.

Especializado en Sagradas Escrituras en Roma y Jerusalén, el padre José Manuel Suazo Reyes cita siempre el Salmo 119, versículo 105, que señala: “Lámpara es tu Palabra para mis pasos, una luz en mi sendero”.

Reproducimos aquí íntegra su pieza homilética para atender el interés de nuestros lectores:

NATURALEZA Y FRUTOS DEL AMOR DE DIOS

Pbro. José Manuel Suazo Reyes

La palabra de Dios que escucharemos este domingo se presenta como un hermoso monumento al amor de Dios. Dios es amor (1 Jn 4, 8), dice la Biblia y el evangelio que escucharemos (Jn 15, 9-17) nos ofrece varias afirmaciones importantes que nos ayudan a profundizar y a comprender mejor este amor divino.

En primer lugar el amor de Dios que se nos ha manifestado en Jesucristo, nos recuerda el evangelista San Juan, procede del amor del Padre. “Como el Padre me ama así los amo yo”, dice Jesús. Por lo tanto la fuente suprema del amor que se nos ha revelado en Cristo, proviene de Dios Padre. DIOS ES EL ORIGEN DEL AMOR.

En segundo lugar EL AMOR DE DIOS NO SÓLO SE NOS HA MANIFESTADO EN JESUCRISTO sino que todo creyente que se vuelve discípulo de Cristo, tiene también la posibilidad de vivir en sintonía con este amor de Dios. EL CRISTIANO ESTÁ LLAMADO A VIVIR EN EL AMOR DE DIOS. La clave para permanecer en comunión con este amor divino es el cumplimiento de los mandamientos. LOS MANDAMIENTOS DE DIOS SON LA RUTA PARA VIVIR EL AMOR DE DIOS. Es esto lo que distingue a un discípulo de Jesús de cualquier otra persona en el mundo.

La experiencia del amor de Dios produce en el creyente una vivencia positiva, se trata de la Alegría cristiana. EL AMOR DE DIOS PRODUCE ALEGRÍA PLENA. Así nos lo revela el Señor en el evangelio que escucharemos este domingo. “Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”. Esta alegría la experimentamos todos al vivir la experiencia de encuentro con Dios. Los evangelios dan numerosos testimonios sobre diferentes personas que al encontrarse con Dios han experimentado la alegría.

El amor de Dios nos impulsa a salir de nosotros mismos, se expresa en la entrega a los demás, por ello Jesús dice que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, así como lo ha manifestado Dios al darnos a su Hijo Jesucristo para nuestra salvación. EL AMOR DE DIOS NOS IMPULSA A SUPERAR EL EGOISMO. El amor de Dios de suyo se expresa en la donación a los demás.

Por lo tanto, el amor de Dios no es un amor autocomplaciente sino un amor que nos impulsa a salir de nuestro egoísmo para servir a los demás.

El amor de Dios crea amistad, intimidad y pertenencia con Dios. Cuando se experimenta el amor de Dios uno vive en una relación de amistad con él, esta relación de amistad impulsa al cumplimiento voluntario de los mandamientos de Dios. De esta manera, los preceptos de Dios dejan de ser una carga pesada y se convierten en una acción voluntaria, libre y natural.

Por último, el amor de Dios nos lleva a experimentar sin duda la gracia misericordiosa del Señor. Dios quiere que todos nos salvemos por eso su misericordia es infinita y nos busca continuamente. Toca a nosotros aceptar humildemente la elección libre de Dios. “No son ustedes los que me han elegido, dice Jesús, soy yo quien los ha elegido para que den fruto abundante”. Esto es lo que Dios desea de cada uno de sus discípulos.

Que su amor se manifiesta en nuestras obras. Que la experiencia del amor de Dios en nuestras vidas, nos lleve a una amistad permanente con Dios y a vivir continuamente la alegría de la salvación.

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