Critica Iglesia Católica la agenda TRANS; no es “transfobia”, aclaran

  • “El reconocer públicamente que esa agenda nos lastima, no es atacar ni odiar a las personas trans”, indica articulista en Semanario Alégrate, de la Arquidiócesis de Xalapa.

“Denunciar la agenda TRANS no es transfobia. El reconocer públicamente que esa agenda nos lastima, no es atacar ni odiar a las personas trans. Disentir no es odio. Tenemos que dejar claro que la lucha de las mujeres es muy distinta a la lucha de las personas que sufren disforia de género. Si no separamos estas luchas, terminarán desdibujándonos y promoviendo políticas que nos vulneran más”, así lo asegura la articulista Alejandra Yáñez Rubio en un texto publicado en la página 13 del Semanario Alégrate, órgano de difusión de la Arquidiócesis de Xalapa.

Con el titular “La agenda trans nos destruye”, la articulista expone sin tapujos sus ideas sobre un tema que ha tomado gran relevancia en nuestra sociedad actual. Muchas veces hemos escuchado decir que los hombres que “se sienten mujeres”, son mujeres. Me han dicho qué es injusto negarles que se les dé ese reconocimiento legal, ya que ellos tienen derecho a SER, inicia comentando en su artículo.

“Cuando uno quiere explicar el porqué es incorrecto dar ese reconocimiento legal, viene el reproche: ¿por qué somos transfóbicos? ¿por qué les negamos el derecho a existir? ¿en qué nos afecta? Creo es el momento de clarificar que quienes nos oponemos a la agenda TRANS no somos transfóbicos, no le queremos negar a nadie su derecho a vivir cómo quieran y lo más importante: ESA AGENDA NOS DESTRUYE de muchas maneras”, asevera.

Y así, cuenta el caso de Laura Lecuona: Hace poco tiempo, tuve el gusto de conocer a Laura Lecuona. Ella es una escritora, académica y feminista. En el mundo de habla hispana, ella ha sido uno de los principales referentes LA AGENDA TRANS NOS DESTRUYE de la crítica feminista a la teoría de la identidad de género.

Una amiga me describía a Laura como una “atea del género”. Hace unos días pude escuchar su testimonio. Ella relataba que en el 2017 había empezado a investigar y a documentar cómo lo que muchos conocemos como “ideología de género” estaba provocando retrocesos en la lucha de las mujeres por el reconocimiento de nuestros derechos. Explicaba que a partir de entonces, se volvieron constantes las amenazas e insultos en las redes sociales por parte del lobby trans. En el año 2019, Laura acudió a una lectura de cuentos para niños. En ese lugar, un activista transexual se le acercó, le gritó, la insultó y le lanzó brillantina.

Semanas después, en otro evento cultural en una Universidad, cuando ella daba una conferencia sobre los derechos de las mujeres en la posmodernidad, se le acercó otro activista transexual y le disparó glitter (una mezcla de pegamento con brillantina). Debido a que Laura había solicitado previamente seguridad, no pudieron dispararle directamente. Aun así, el susto nadie se lo quitó. La pandemia fue un año de muchas oportunidades.

Laura pudo dar conferencias, talleres y pudo escribir muchos ensayos, de cómo el concepto “género” y las confusiones en torno a él representan un retroceso en nuestros derechos. Simplemente por pensar diferente a lo políticamente impuesto, se ha desatado una persecución brutal en contra de ella. Siendo mujer, feminista, académica respetuosa, tanto a ella, cómo a aquellas mujeres que la apoyan y difunden, se les ha catalogado como “monstruos transfóbicos” que buscan dañar. Con base en mentiras y manipulación, se les estigmatiza y persigue.

Siendo provida, me preguntarán que porqué hablo de una académica feminista. En la última Feria Internacional de Libro (FIL), Laura Lecuona recibió amenazas de muerte. Se le dijo que la quemarían viva a ella y al stand en donde osara promover su último libro. La FIL se negó a proporcionar seguridad, y la editorial decidió posponer de manera “indefinida” la impresión de su libro. Además de esto, el lobby trans investigó que Laura trabajaba en una revista y la hicieron despedir. Quiero alertar sobre eso: Si a mujeres poderosas como JK Rowling, a una diputada federal y a consejeras electorales se les persigue. Si a una académica seria se le censura, ¿qué nos espera al común de las mujeres? Abramos los ojos, concluye.

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