A tres meses de sufrir la amputación, Luis Gerardo Hernández Martínez inicia una nueva etapa, una nueva oportunidad que la vida le da.
Xalapa, Ver., 10 de mayo de 2016.- Hace aproximadamente 17 años le detectaron altos niveles de glucosa en la sangre. “Se me empezó a inflamar el tobillo derecho y no hice caso ni a eso ni al tratamiento para la diabetes”. Ahí comenzó todo.
Desde su silla de ruedas, Luis Gerardo Hernández Martínez, de 41 años de edad, comparte su experiencia luego de haber pasado por la dura prueba de perder una de sus extremidades, hace menos de tres meses.
Debido a la inflamación que le provocó la diabetes, sus huesos se fueron desviando al grado de abrirle la piel a la altura del tobillo. Su vida estuvo en peligro durante dos días. La herida se infectó. Fue hospitalizado. Había que decidir pronto y junto con su esposa tomó la determinación: la amputación. Era el mal menor.
En ese momento crítico, Luis Gerardo llegó a registrar 590 mg/dl de glucosa. “Algunas personas me dicen que es increíble que esté aquí, que no haya sufrido un coma diabético, pero gracias a Dios eso no pasó”.
De repente, la luz apareció en el hospital. Una de las personas voluntarias que llevan alimentos a quienes tienen a sus familiares internados le contó del Centro Municipal de Desarrollo e Investigación Protésica del Ayuntamiento de Xalapa, ubicado en el parque El Haya, y de su director, Efraín Andrés Ferat Morales.
“Esta muchacha me dijo que el doctor Andrés quiere apoyar a las demás personas a tener su prótesis. Ella habló con él, él me citó y vine. La verdad, es un gran apoyo que no lo encuentra uno en cualquier lugar. Busqué tiendas de prótesis por Internet, pero nada más te dicen el precio y ya, no mencionan terapia, no informan sobre nada más sobre los procesos de sanación interna y externa.
“Aquí, en cambio, me explicaron que un diabético tarda más tiempo, casi el doble, en cicatrizar bien por dentro para que no haya problemas posteriores; por lo que los diabéticos debemos tener más cuidado. Quien no sabe estas cosas se va por lo básico, pero gracias al doctor estoy entendiendo todo eso”.
Con semblante sereno, acompañado siempre por su esposa, Luis Gerardo dice que desde que llegué a este centro de atención lo han atendido muy bien. “Me han apoyado en todo. No me esperaba un trato así. A veces la situación económica lo orilla a uno a aceptar tratos indignos, a conformarse con lo que le den, con lo que sea, pero aquí no es así, al contrario.
Y se dice muy agradecido porque “aquí estoy iniciando la terapia, aprendiendo a usar la prótesis y a seguir todos los pasos para que no lastime y provoque una infección, sobre todo uno que es diabético, porque no nomás es de ponérsela y ya”. Este aprendizaje le da una nueva oportunidad, un nuevo rumbo a su vida.
